Pero no recuerdo si le pregunté si estaba loco o si directamente se lo afirmé tirándole mi cara contra la suya, aguantando abajo los puños cerrados, temblorosos, que temblaban no de bronca sino de miedo, miedo a lo que me estaba diciendo ... todo era más desconocido ahora, y recién pasado un rato, ya estando sentado solo en un banco de la plaza principal, entendí completas las palabras de Luzuriaga y pude digerirlas; Margot no existía en realidad, todo era un invento de ...Constantino Díaz: las aventuras... - http://aventurasdelempleado.blogspot.com/
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